“Va el verano, o el invierno. Llega la primavera, o el otoño. Ya no importa. ‘Ya no’. La frase queda en suspensión: ‘ya no’. Hace frío ahí, hace frío aquí. Falta algo, algo está tirititando. ¡Una tirita, porfa! Gracias…
‘Y si (…) ¿no pasaría nada, no?’ ‘No, claro que no.’ (un tiempo) ‘Pero no era…?’ ‘Ya no’.
(voces escritas y habladas, dans la tête de celui qui pense)
Creo que estoy de acuerdo en muxxos puntos. Estoy aprendiendo a hablar, aunque no quiera pensar demasiado. Porque pensar en este caso puede llevarnos hacia otro camino, que puede herir. No está muy bien provocar las heridas, pero algunas ya existen, entonces acabo pensando. Me permito. Viajo. Escucho y canto. Y si fuera una fecha especial, ¿podría haberte llamado para que sepas en lo que pienso? Y si lo haga pero no me pueda tardar demasiado, ¿tendrás la dimensión de lo que quiero decir además de las palabras? Sabes que son difíciles, las palabras… siempre ellas, ¿no?
Mis estantes llenas de botellas. Aún mojadas, aún saladas. Se ponen a mirarme y a contarme lo cuanto han nadado.
y han nadado tanto.
y entonces casi llego a comprender. Mis manos me hacen acordar de cuando ellas solas ya eran suficientes para eso.
y repito palabras, y repito ideas. ‘Y sigo pensando…’
Y sigo adelante.”
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